Hacía mucho calor y estaba perdida, encontré un pueblito muy pequeño y deshabitado, no entendí porqué no había nadie, pero me choqué con este árbol, el cual me pareció una maravilla.
La sombra era muy espesa, así que bajé mi enorme mochila saqué el libro que estaba leyendo y descansé. No sé en qué momento me dormí, pero cuando desperté había una niña sentada a mi lado, observándome.
- Hola - me dijo con una voz muy dulce.
Entonces miré a mi alrededor y descubrí toda una ciudad activa: hombres cargando bolsas en carros, niños correteando de aquí para allá, mujeres en constante actividad. Esto no se parecía en nada a aquel pueblito que encontré al llegar.
Pronto recordé la bicicleta que estaba en el árbol y decidí preguntarle a la pequeña si sabía algo de eso.
- Es una historia que me contaba mi abuela, ¿Querés que te la contemos?
¿Cómo resistirme a tal propuesta? Me llevó con una anciana, la cual accedió amablemente y comenzó:
- Érase una vez una niña llamada Inti, vivía en este pueblo y era muy feliz, pero para ella no había felicidad más grande que esperar a la hora de la siesta para montarse en su bici y salir a recorrer los caminos. Todos los días hacía lo mismo, hasta que una vez un chico apareció y con el tiempo se hicieron muy amigos. Crecieron juntos. Los años no vienen solos y con el pasar de los días comenzaron a enamorarse.
Una tarde, él le dijo que podían hacer algo juntos, algo que simbolizara que su amor sería eterno, y sacó de su bolsillo un puñadito de semillas. "Plantemos un árbol" le dijo, y así lo hicieron. Día a día, pasaban sus tardes junto al montoncito de tierra, que luego se convirtió en una plantita y que iba creciendo cada vez más, como su amor.- la abuela tomó un mate y prosiguió- Después no se sabe muy bien lo que pasó, yo te voy a contar la versión que más me gusta a mi: dicen que su amor creció tan rápido que el arbolito se alimentó de todos esos sentimientos y creció rápidamente también, tomando todo lo que encontró a su paso, incluida una de las bicicletas. Y fin.- concluyó indiferente tomando otro mate.
- ¿Por qué esa versión es la que más le gusta? ¿Simboliza algo para usted? - pregunté algo temerosa, con miedo de ofender a la mujer.
- Es la que más me gusta porque, más allá de ser la más incierta, me transmite un pensamiento muy lindo que es que el amor todo lo puede, no importa lo que se interponga en su camino, cuando debe crecer lo hará con todas sus fuerzas y superará los obstáculos que se le presenten, eso es amor verdadero y pocos lo encuentran.
Y entonces desperté.
Hacía el mismo calor que antes, estaba sentada al pie del árbol y el pueblo estaba deshabitado nuevamente. Miré para arriba y, efectivamente, la bicicleta seguía allí. Saqué rápidamente mi libreta y comencé a escribir todo lo que había soñado.
Al terminar, junté mis cosas, subí a mi bici y seguí mi camino, reflexionando sobre aquella historia y preguntándome por qué había despertado tan pronto, tenía tantas preguntas para hacerle a la abuela...
